sábado, 26 de julio de 2008

Una reseña simpática (Tatami)


SUSHI, DIGO... TATAMI


Título: Tatami
Autor: Alberto Olmos
Editorial: Lengua de Trapo
Sección: Narrativa española


El autor: Nace en Segovia en 1975, queda finalista del Premio Herralde con A bordo del naufragio en 1998, premio que ganó un tal Roberto Bolaño con Los detectives Salvajes. Olmos va de listillo por la vida, digo por los blogs, hablando de libros y soltando lindezas, pero me gusta como escribe. Su libro, Trenes hacia Tokio, publicado por esta misma editorial, me gustó mucho. Casi nunca ocurre nada. Me gustan los libros bien escritos en los que casi nunca ocurre nada. Y sí, está algo flipado con Japón, pero es que estuvo allí algunos años dando clases de español. Y eso marca.


La obra: Tatami, ñam, ñam, va de un mirón, ñam, ñam, un mirón que le cuenta su historia a una chica de pechos grandes ñam, ñam, que se sienta a su lado durante un viaje en avión a Tokio. Y poco más. Ñam, ñam (Perdón pero es que estoy escribiendo esto mientras ceno algo y veo Betty en Cuatro). Durante 120 páginas el mirón cuenta su experiencia de mirón con una jovencita japonesa de unos 15 años (ó 13, ó 14, no se sabe). No puedo contar lo que ocurre, si es que ocurre algo, pero la novela, o nouvelle, se lee en un pis pas, un visto y no visto ¿ya ta? y consigue el efecto, o un efecto, entre los muchos o pocos que Olmos quisiera suscitar en el lector, consigue el efecto que es... bueno, el efecto que a mí me provoca me lo guardo para mí, pervertidos.

La novela o nouvelle es creíble, escrita con el estilo inconfundible de Olmos (esto significa que este cabrón escribe muy bien y me da envidia) con sólo cuatro personajes (cuatro, como el canal donde estoy viendo Betty) y un buen final, aunque para mi gusto le sobra una o dos frases. En resumen, es una novelita recomendable para mentes algo perversas y con ganas de leer algo ligero como unas bolitas de arroz con algo de pescado crudo.

Por cierto, no se necesitan palillos.


Mac-nuel, Al fondo a la derecha

lunes, 21 de julio de 2008

El talento de los demás, 1 año después en Babelia

La cuarta novela de Alberto Olmos (Segovia, 1975) no es menos estimulante que las tres anteriores, pero sí lo es de una manera distinta. Tal vez porque en El talento de los demás las pasiones aparecen matizadas, porque la intriga tiene un cuerpo más vigoroso, o porque el engranaje de la historia principal y de las subtramas es nítido y, en algunos momentos, sorprendente. Aunque ninguna de estas razones fueran suficientes, bastaría con decir que ésta es la historia de una lucha literaria, de una competición entre dos narradores por llevarse la palma, para comprender por qué resulta tan estimulante.

Que nadie se asuste porque esta historia, que nos devuelve a la tradición del Certamen entre Hesíodo y Homero, no se ciñe al relato de la rivalidad, aunque éste también aparezca. La novela relata, sobre todo, la fascinación que llega a ejercer Mario Sut, un personaje aparentemente anodino, insulso, muy competente en su trabajo de televendedor -y con algo del Teorema de Pasolini-, sobre un círculo de amigos bohemios.

No desvelaré cómo se articulan estos contenidos (forma parte del misterio), pero sí diré que la novela consta de tres partes, y que en la segunda las voces de los amigos se van alternando para narrarnos lo que sucede en este grupo de artistas jóvenes, obsesionados con el talento, con el fracaso y con la victoria. Olga Tere se dice poeta, Carlos es cineasta y rico; Alberto y Martín, escritores; Lucía, ninfómana orgiástica -también, a su estilo, una artistaza-. Por la misma época en que Carlos rueda un corto con la colaboración de la pandilla, algunos entran a trabajar como televendedores y conocen a Mario Sut. A partir de ahí nace la (meta)ficción, como nació un día la aurora.

Fernando Castanedo,
BABELIA, 19-07-2008