martes, 17 de diciembre de 2013

raudo # 84

Codificar lo evidente: así puede entenderse que ahora mismo vaya a escribir determinadas palabras, cierta frase demoledora, pues no constituye la frase un punto de partida -tampoco de llegada-, ni un mandamiento personal, sino la cristalización verbal de una tendencia que ya es norma en mí, censura en mí, desatención; y es: que a partir del 1 de enero de 2014 no leeré ninguna novedad literaria española -ni en español- salvo con clamor de fondo, al albur de recomendaciones masivas y apasionadas, porque morirse sin leer tal o cual libro sea intolerable, pues ya gasté los ojos sobre la efímera actualidad de nuestras letras durantes muchos años, un poco para nada -que eso es lo de menos-, con sensaciones tantas veces ridículas: de desagradecimiento, de animadversión, de falta de respeto (los que votan y juzgan las mejores novelas del año apenas si leyeron el 10% de lo que yo leí), amén de por imperativos intelectuales cada vez más aplastantes: Chateaubriand, Juvenal, un tal Trollope; que todo lo que sé empieza a olvidárseme, que escribís muy mal; que es la hora.