sábado, 21 de diciembre de 2013

raudo # 88

90.000 mujeres, más o menos, de las que abortaron en cualquiera de los años inmediatamente anteriores al actual no podrían haberlo hecho según la nueva ley (cito) de protección de la vida del concebido y los derechos de la embarazada (fin de la cita: y uno se pregunta quién le escribe las cosas al gobierno (a veces me he preguntado quién redacta -muy bien- los carteles de los autobuses urbanos), y más en este caso, no tan esmerado, pues chirría -sintácticamente- que un concebido tenga vida -como rechinaría que una carrera tuviera hacia la mitad una meta- y falta (considero) una preposición delante de "los derechos de la embarazada", para que fueran también efectivamente protegidos, aunque desactivar una de las opciones (sí/no) que posee una mujer encinta no parezca, desde luego, una ampliación de sus derechos, ni aun de su libertad), esto es, que 90.000 mujeres, muy previsiblemente, se verán en el año 2014, y en el año 2015, y en el año 2016, acorraladas por su propio vientre, obligadas a tomar una decisión siempre difícil -la frivolización del aborto que acometió el anterior gobierno también tuvo lo suyo- que además, ahora, es ilegal y, por tanto, debe ejecutarse en otro país, o en la cladestinidad más intolerable, pues practicar abortos ilegales es el nuevo negocio (no-ven-ta-mil-mu-je-res) que ha inventado el ministro de Justicia, al cosificar a la mujer, condenándola a jaula de sí, cadena de montaje y destino de otro, pues uno entendería, en personas con una radical conciencia de la inviolabilidad de la vida, todo tipo de medidas disuasorias respecto a la interrupción del embarazado, y hasta otras tantas ocurrencias en favor de la castidad e incluso de  la virginidad: cualquier campaña, cualquier discurso, cualquier mensaje, pero no, desde luego, esta conversión de 90.000 mujeres (no-ven-ta-mil-al-año), por ley, en esclavas natales.